El hiposfagma, también conocido popularmente como sangrado subconjuntival o “ojo rojo por derrame”, consiste en la rotura de pequeños vasos sanguíneos situados bajo la conjuntiva, la fina membrana transparente que recubre la superficie blanca del ojo (esclerótica).
A pesar de que se trata de una de las causas más frecuentes de consulta en las urgencias oftalmológicas, suele generar un elevado grado de preocupación y agobio en los pacientes, ya que su aspecto estético puede ser muy llamativo e incluso alarmante, especialmente cuando el sangrado es extenso.
En la mayoría de los casos, el hiposfagma es un proceso benigno, no afecta a la visión y se reabsorbe de forma espontánea con el paso del tiempo. Sin embargo, una correcta valoración oftalmológica es fundamental para descartar complicaciones y detectar posibles causas sistémicas asociadas.
El hiposfagma puede presentarse en diferentes grados de extensión:
Puede afectar solo a un pequeño cuadrante del ojo
O bien ocupar prácticamente toda la superficie ocular visible
Además, no siempre es un sangrado plano. En algunos casos, la acumulación de sangre puede generar una elevación sobre la superficie ocular, creando una irregularidad similar a “montañas y valles” en la conjuntiva.
Esta elevación no solo puede aumentar el disconfort ocular, sino que es el principal factor de riesgo de la complicación más importante del hiposfagma: el dellen corneal.
El dellen corneal es un adelgazamiento localizado de la córnea, que puede aparecer cuando:
Las elevaciones conjuntivales impiden una correcta distribución de la lágrima
Algunas zonas de la córnea quedan insuficientemente lubricadas
La sequedad mantenida provoca deshidratación y adelgazamiento progresivo
Si no se detecta y trata a tiempo, el dellen puede evolucionar de forma grave, por lo que su prevención es uno de los objetivos principales de la valoración oftalmológica.
Entre las causas más habituales encontramos:
Traumatismos oculares, incluso leves
Frotamiento ocular intenso o repetido
Maniobras de Valsalva o grandes esfuerzos, como:
Vómitos
Levantar grandes pesos
Episodios de estreñimiento intenso
Tos fuerte o prolongada
Subidas transitorias de la tensión arterial
Este punto es especialmente importante. En pacientes con hipertensión arterial mal controlada, el hiposfagma puede ser un signo de alarma.
La rotura de pequeños vasos en el ojo puede reflejar que fenómenos similares están ocurriendo en otros órganos, incluido el cerebro, donde podrían desencadenarse eventos graves como un ictus.
Por este motivo, ante hiposfagmas repetidos o de gran tamaño, es fundamental valorar y controlar adecuadamente la presión arterial.
La exploración oftalmológica tiene como objetivos principales:
Descartar la presencia de un dellen corneal
Si no existe, prevenir su aparición
Evaluar la extensión, elevación y características del sangrado
Identificar posibles factores de riesgo locales o sistémicos
En la mayoría de los casos, el tratamiento se basa en medidas conservadoras:
Uso frecuente de lágrimas artificiales
Preferiblemente con ácido hialurónico, por su mayor capacidad hidratante
Ayuda a:
Prevenir el dellen corneal
Disminuir el disconfort ocular
Mejorar la cicatrización de los tejidos
El sangrado provoca distensión de los tejidos, lo que puede generar sensación de presión, cuerpo extraño o escozor.
El aumento de la lubricación suele aliviar notablemente estos síntomas.
Cuando el hiposfagma es muy grande y genera una marcada elevación:
Puede indicarse el uso de peptidasas para favorecer la reabsorción del coágulo
La más conocida es la serratiopeptidasa
En casos seleccionados:
Puede ser necesario parchear el ojo
El parche:
Mejora la lubricación
Reduce la evaporación
Aporta un efecto compresivo que puede ayudar a disolver el coágulo
Disminuye el riesgo de dellen corneal
Control de la presión arterial
Dado que el hiposfagma puede ser un signo de hipertensión no controlada, se recomienda:
Realizar una curva de tensión arterial
Medición por la mañana, tarde y noche
Consultar con el médico de atención primaria o cardiólogo
Ajustar el tratamiento si fuese necesario
Este control no solo es importante para el ojo, sino para prevenir eventos cardiovasculares mayores.
Es fundamental que el paciente sepa que:
El hiposfagma no desaparece de un día para otro
Algunos casos pueden tardar hasta 10–14 días en reabsorberse por completo
Durante este tiempo, el color del sangrado puede cambiar (rojo, marrón, amarillento), lo cual es parte normal del proceso de reabsorción
La paciencia y el seguimiento adecuado son claves para una correcta evolución.