Dentro de las enfermedades que cursan con ojo seco, el síndrome de Sjögren es, sin duda, una de las más complejas y difíciles de controlar. Esto se debe a que, a diferencia de otras formas de ojo seco más frecuentes, en el Sjögren existe un déficit real y marcado de la producción acuosa de la lágrima.
En los casos más severos, la producción de lágrima puede llegar a ser mínima o incluso prácticamente nula, lo que condiciona una sequedad ocular intensa y persistente, con riesgo elevado de daño ocular.
El síndrome de Sjögren es una enfermedad autoinmune de origen reumatológico, en la que el propio sistema inmunológico ataca y destruye progresivamente las glándulas exocrinas, principalmente:
Glándulas lagrimales → sequedad ocular
Glándulas salivales → sequedad de boca
En mujeres, también puede afectar a las glándulas vaginales → sequedad vaginal
Como consecuencia, la lágrima pierde su componente acuoso, que es fundamental para nutrir, proteger y lubricar la superficie ocular.
Uno de los grandes problemas del síndrome de Sjögren es que su diagnóstico suele ser difícil y tardío.
Los síntomas iniciales suelen ser inespecíficos, fluctuantes y poco llamativos
Muchas pruebas iniciales pueden resultar normales
No es infrecuente que pasen años hasta llegar al diagnóstico definitivo
Por ello, no sorprende que muchos pacientes recorran múltiples consultas antes de obtener una respuesta clara a lo que les ocurre.
Desde la oftalmología, el primer paso clave es demostrar objetivamente que la producción de lágrima está disminuida.
Esta prueba se realiza en consulta y permite medir la cantidad de lágrima producida en un tiempo determinado.
Valores bajos apoyan fuertemente el diagnóstico de ojo seco acuodeficiente, típico del Sjögren.
Además, el oftalmólogo evalúa:
Daño de la superficie ocular
Presencia de queratitis
Grado de inflamación
Riesgo de complicaciones corneales
En muchos casos, para confirmar el diagnóstico se requiere un enfoque multidisciplinar, especialmente con reumatología.
Biopsia de glándula salival menor (habitualmente del labio)
En casos seleccionados, biopsia de glándula lagrimal
Estas biopsias permiten demostrar infiltración inflamatoria característica desde el punto de vista anatomopatológico.
El análisis inmunológico es fundamental y suele incluir:
ANA (anticuerpos antinucleares)
Anti-Ro (SSA)
Anti-La (SSB)
Factor reumatoide
Otros marcadores inmunológicos según el caso
Estos anticuerpos ayudan a determinar:
La probabilidad diagnóstica
El tipo de Sjögren
La posible asociación con otras enfermedades autoinmunes
Desde el punto de vista clínico, distinguimos dos grandes tipos:
El paciente solo presenta síndrome de Sjögren
No se asocia a otras enfermedades reumatológicas
La destrucción glandular es secundaria a otra enfermedad autoinmune
Es muy frecuente la asociación con:
Artritis reumatoide
Lupus eritematoso sistémico
Esclerodermia
Otras conectivopatías
Como ocurre con muchas enfermedades reumatológicas:
El síndrome de Sjögren afecta con mucha mayor frecuencia a mujeres
Suele aparecer en la edad adulta, aunque puede diagnosticarse en distintos momentos de la vida
El síndrome de Sjögren es una enfermedad crónica, que requiere:
Seguimiento de por vida por oftalmología
Seguimiento de por vida por reumatología
Es muy importante destacar que, un empeoramiento de los síntomas oculares puede ser un signo de:
Reaparición de actividad de la enfermedad
Descontrol del Sjögren
Aparición de una nueva enfermedad reumatológica asociada
Por ello, el ojo muchas veces actúa como un “termómetro” del estado general de la enfermedad.
El tratamiento suele ser complejo, escalonado y prolongado en el tiempo. No es infrecuente que los pacientes necesiten todos los escalones terapéuticos disponibles.
Entre las opciones más habituales se incluyen:
Lágrimas artificiales de alta calidad, sin conservantes
Geles lubricantes de mayor duración
Tratamientos antiinflamatorios:
Corticoides tópicos (controlados y limitados en el tiempo)
Ciclosporina tópica
Suero autólogo, en casos severos
Medidas ambientales y de protección ocular
El gasto económico, la frecuencia de instilación de gotas y la constancia del tratamiento suelen ser elevados, lo que supone un reto adicional para muchos pacientes.
Los pacientes con Sjögren pueden presentar daño ocular significativo, que puede incluir:
Queratitis: Desde formas incipientes, hasta queratitis severas, extensas y en 360º de la córnea
Úlceras corneales
Riesgo de infecciones
Dolor ocular importante
Visión borrosa fluctuante
El tratamiento y seguimiento de estas complicaciones son, en muchos casos, todo un reto clínico y requieren experiencia y controles frecuentes.